Nunca pensé para
encontrar este título. Desde el Domingo 14 de Abril, estaba en mi mente
revoloteando sin parar. Probablemente, a muchísimos sorprenda el mismo. Han de
decir: ¿El día en que la salvamos? ¿Pero viste cómo estamos? ¿Enloqueciste?
En honor a la
verdad, siento que el nombre de la entrada, es perfecto.
Porque
ciertamente, sí salvamos a Venezuela. Tuvimos el futuro en nuestras manos, pero
se nos escapó como un papelillo en el viento. Diría mi Mamá: "Daniela,
habla como es: ¡NOS ROBARON EL FUTURO!"
Me han hablado de
que una Dictadura nunca podría salir con votos, me han dicho que es JUSTO Y
NECESARIO salir a la calle a pelear, a luchar pueblo contra pueblo. Me han
dicho hasta IlUSA e INGÉNUA un par de veces. Pero, no me ofende, ni me molesta,
¡para nada!
Debo reconocer,
que por mi naturaleza, habría esperado otra reacción de mi parte. Pensé que iba
a decir que todos teníamos que poner el pecho sin titubear, que era el momento
para poner un alto y no permitir que se siguieran burlando de nuestra
soberanía, a la cual tantas veces han pisado. Pero no pensé así, mantuve un
estado de serenidad absoluto, desde el momento en el que escuché "los
resultados" hasta éstos últimos días.
He obedecido las
instrucciones y las órdenes pronunciadas sin atreverme a cuestionarlas (lo que
es rarísimo en mi), he seguido los lineamientos de esta lucha y he invitado a
otros a seguirlos.
Cuando me detengo
a pensarlo, sólo puedo pensar en la descomunal capacidad de credibilidad que
tengo en este líder que hoy nos guía en esta crisis y nos ha guiado siempre,
tal vez, en tiempos menos difíciles.
El planeta entero
sabe con detalle a estas alturas, que Venezuela está al mando de un Gobierno
totalmente ilegítimo. Un Gobierno a quien, citando a mi ilustre Nicolás, es la
mitad mayoritaria (para quienes no entienden el chiste de lo que acabo de
citar, quiero decir que somos MAYORIA).
Hemos sido
atropellados, burlados y una vez más, puestos a la orden de un grupo de peleles
que sólo quieren y empiezan a hacer las veces de una Dictadura sin ninguna
clase de escrúpulos, como era de esperarse.
Más de medio
País, se pregunta ahora: ¿Qué haremos? ¿Qué sigue? ¿Será suficiente? ¿Es un
hecho este Gobierno?
Como esas, miles
de interrogantes leo día tras día e incluso muchas de ellas, son inevitables no
merodeen mis noches, de vez en cuando.
He buscado
fuerzas donde no creía tenerlas, he buscado alimentar mi esperanza, he buscado
sostenerme de lo que ahora tengo para resistir y no caer.
No me he
desplomado porque no he querido hacerlo. Y lo cierto es, que no quiero. Me
rehúso en cuerpo y alma a aceptar que todo esto que hasta ahora parece
reversible, se convierta en irreversible.
Un suspiro de
esperanza me invade en las mañanas, se magnifica con el "empujoncito"
que dan otros seguidores de la causa y se queda clavado en mi corazón cuando
habla el líder. Cuando me invita a seguir, cuando me invita a no caer, cuando
me invita a pasarle de largo a las provocaciones, cuando me pide que no me
invada el espíritu de entrega y derrota, cuando sólo me pide seguir y
acompañarlo.
Pero, a pesar de
lo fiel creyente que soy a sus palabras, me es inevitable no sentirme
vulnerable, lo que pienso, en estas circunstancias, es incuestionable.
Como decía
alguien: "Se me ha hecho costumbre el insomnio", se me ha hecho
costumbre el no saber dormir, sólo por sentir miedo a que la lucha también se
duerma.
Le tengo miedo al
olvido, le tengo miedo a los comentarios banales y superficiales, le tengo
miedo al humor, le tengo miedo al entretenimiento, le tengo miedo a cualquier
idea que no nos enfoque en esta lucha.
Leía hoy, que la
lucha por los derechos nunca ha sido corta ni sencilla. También leía que
no hay que dejarnos agobiar por la política, porque las luchas intestinas del
poder no pertencen al pueblo llano.
He leído tanto
que sólo creo que me mantendré sigilosa pero en la lucha. Aunque, lo de
"sigilosa" no se me de tan bien.
No puedo obviar
polémicas ni controversias políticas; si mis comentarios políticos están
ausentes, no me siento yo. Aunque quisiera hasta borrar mi propia memoria
política.
Tengo
contradicciones para obsequiar, pero tengo ganas de sobra para luchar.
Mi Pequeña
Venecia, ha resistido tanto, que es una de las mujeres más valientes que
conozco, más fuerte y... Más arrecha!
Nadie me le quita
lo bailao'.
Esta vez, no será
la excepción.
Empecemos a
ponernos las alpargatas bella mía, que a tu ritmo voy con mis cacerolas, porque
si te debo ver sufrir una vez más, será para volverte a salvar.
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