Lo oportuno de las palabras:

Que en mi País la gente sea feliz aunque no tenga permiso.

11/4/13

A pocos días del #14A

Mi País vive una de las situaciones más tensas y polémicas desde la muerte de Hugo Chávez. Esta vez, se debate el destino del País entre dos candidatos, uno de ellos, el incansable Henrique Capriles Radonski y el otro, "seguidor" del difunto, conocido con el nombre de Nicolás Maduro; en una de las campañas más breves de la historia política en Venezuela.

Debo confesar, que ante semejante contrincante, el camino se llena de color y esperanza, pues evidentemente este compañero no heredó el liderazgo de al que dice llamar: "Su padre". Entre (cabe destacar), otras cualidades en las que ni se le acerca. Lo cierto es, que los días han ido transcurriendo y la esperanza se multiplica a paso de vencedores. 

Desde concentraciones multitudinarias, nunca antes vistas, heróicas y gloriosas, hasta la manifestación del gremio artístico y cultural del País en apoyo al proyecto de quien llamamos con cariño "el flaco", el "salto de talanquera" de funcionarios, partidistas políticos y trabajadores al servicio de la idea que nos adversa, vamos de a poco dando estocadas. Lo que sin duda alguna, representa un sin fin de posibilidades y motivación para el resto del pueblo, que aún indeciso o radical, esta vez se atrevió a la idea de creer en un proyecto distinto.

Todas estas acciones se han conjugado en "desesperación" para quienes ya se sienten abatidos y a través de investigaciones infundadas, acusaciones insostenibles, abusos y atropellos, pretender cambiar lo que el pueblo ya decidió. 
Es el panorama que acontece, donde a sólo 3 días de la votación, las ansías crecen y pueblo quiere hablar para castigar a los culpables.

He de confesar, que he evitado sentirme triunfalista, pero así mismo, he de decir, que ha sido inevitable, es que... Se respira hasta en las calles. Y esta vez, créanme que es de verdad. 
Muchas hipótesis merodean con preocupación mi mente y precisamente no las maldiciones (JA!), pero son los múltiples escenarios, incluso aún antes de las mismas elecciones. 

Desde profetas hasta astrólogos, nos han advertido que "es la oportunidad de oro", así la siento y he dado rienda a suelta a mis sentimientos para hacerle ver al resto, lo real.

Probablemente, esta sea una de las entradas referidas a esta temática, que tenga más carácteres. Por suerte, no se me limitan a 140 y puedo "darle bigote" a estas teclas, pero lo cierto, es que no quería dejar de relatar un poco mi experiencia durante éstos últimos días y lo involucrada que me siento con el proceso. 

Todo empezó, un Domingo, cuando invitada por un muy buen amigo, llegué a una Asamblea que organizaban los principales dirigente regionales y municipales para orientar a los llamados "Comandos Familiares" y en definitiva, al ciudadano común del papel que debíamos desempeñar antes de las elecciones y el día en que estas se realicen. 
Muchísimo cambió mi percepción ese día sobre lo que debíamos hacer. Si bien era cierto, que estaba enfocada, me dió el coraje para salir a defender y a luchar por lo que es mío, mi País.
De allí, enhorabuena, salí con la convicción de dejar las uñas, los dientes y el alma, no en una campaña, si no en el tiempo que nos llevaría hasta el cambio.
Días después, acudí al Centro de Llamadas del Comando Simón Bolívar e hice mi aporte; con un gran número de listas, empecé a llamar a cada una de las personas para ratificar que contaríamos con su apoyo.
La receptividad, fue abrumadora. Desde personas gritando, hasta voces entrecortadas, escuché las razones de muchos que esperaban el cambio.
Sentí orgullo de quienes creían en un País distinto y alenté a muchos a creer en la victoria. 
Desde allí, he emprendido en las redes sociales, un llamado insistente al voto. Me he dedicado a escribir cientos de razones por las cuales deberíamos optar por el progreso. He hablado con muchos fuera de las teclas y he buscado sembrar mi semilla. 

En honor a la verdad, aún con ánimos de triunfo y con el optimismo más grande que me pudo haber invadido alguna vez, no sé que pase este Domingo. 
No sé si el pueblo cumpla con defender los votos como a su vida, no sé si pretendan burlarse los sucios de la voz del pueblo, no sé si consolidemos lo que respiramos y sentimos, no sé si la violencia y la manipulación le ponga precio al amor por el País, pero sobre lo que no me cabe la menor duda, es que nadie podrá decir, que muchos no luchamos por el paraíso, que no le entregamos el País a cada uno en sus manos y que no queremos a Venezuela.

Hoy, al igual que siempre, pongo mi alma en esta idea, creo, lucho, pienso y sé que podré existir en una tierra donde el progreso sea envidiable y la prosperidad desbordante, donde lo bueno sea rutina y la propaganda no sea la injusticia, donde el credo no sea la muerte y la risa de un solo color.

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