A veces odio, el silencio. Ese que inculpa y trastorna, aún cuando
un suspiro vale.
A veces odio, el orgullo. Ese que hace parecer a todos
insensibles.
A veces odio, la mentira. Esa que disfraza la verdad y arrastra a
más.
A veces odio, las palabras vacías. Esas que no tienen nada de
magía y no inspiran.
A veces odio, lo superfecial. Eso que nos hace ser vanidosos y
pasar por tontos con placer.
A veces odio, la nobleza. Esa que nos hace ser "buenos"
aún con quien no lo merece, sólo porque no tenemos el corazón para ser
indiferentes.
A veces odio, la honestidad. Esa que lleva muchas veces a la
fatalidad.
A veces odio, la manipulación. Esa que cambia lo que le place y no
perdona.
A veces odio, la venganza. Esa que cuando se descubre, se
convierte en una estupidez.
A veces odio, lo inoportuno. Eso que aparece sin excusarse.
A veces odio, la ironía. Esa que hace parecer todo gracioso y
detestable al mismo tiempo.
A veces odio, lo injusto. Eso que nos llena de impotencia y nos
hace más vulnerables de lo que por naturaleza somos.
A veces odio, la distancia. Esa que fortalece o aleja.
A veces odio, los errores. Esos que se cometen por miedo a perder
o por tener la seguridad de que nunca sucederá.
A veces odio, la política. Esa que con su lenguaje y estrategia,
está diseñada para que las mentiras suenen como veraces y el homicidio
respetable.
A veces odio, la impunidad. Esa que existe porque los culpables no
se dejan alcanzar por la justicia.
A veces odio, la religión. Esa que divide y hace la guerra.
A veces odio, el fanatismo. Ese que revoluciona y a veces, tiene
el peor desenlace.
Odio tanto, que sólo a veces odio un poco que no odie todo lo que
entre líneas está.
El ser humano está hecho de esto y más. Es con lo que luchamos,
por ello sobrevivimos.
Pero cuando algunos, rompen el molde de lo que debería ser humano,
es por ello que son perseguidos y el mundo se llena de odio; de ese que sólo
merece ser repudiado y en efecto, lo repudio.
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