Lo oportuno de las palabras:

Que en mi País la gente sea feliz aunque no tenga permiso.

4/10/12

Madrid con M de Maravilla

Me empiezo a perder entre calles antañas con olor a tabaco y café. 

Esta vez, el frío no arropa mi piel. El verano dice presente y el sol se porta jovial al andar.

Cada puerta, una aventura. 
Cada paisaje, un enigma. 
Cada trozo de madera, una historia. 
No sé si ha sido Gaudí que con su genialidad hace que me enamore más de estas calles.
Calles que no perdonan secretos y atrapan sin piedad. 
Es que su magia está en cada tablao de flamenco, entre castañuelas y taconeo.
En el deleite que le hacemos al paladar con cada una de sus comidas.
En lo indescriptible de oler la grama fría del Bernabéu y sentirte como en casa. 
En lo cosmopolita de las noches, que no descansan y no duermen.

Mis pies cansados, no quisieron hacer paradas pese a no sentirlos.
Me dejé atrapar por los sueños de aquellos que hoy viven los suyos.
Me hice parte de la aventura de intentar descubrir misterios.
Caminé sin cesar, porque cada parada era obligatoria.
En vagones crucé de un polo a otro para entregarme a la pasión de los que gritan con euforia y celebran sus victorias.
Conocí la historia de grandes que dejaron más que un legado.

Quizá es un llamado de la sangre a sus orígenes, pero lo cierto, es que se puede estar enamorada sin tener que pedir perdón por tan mágico y envolvente sentimiento, que te atrapa desde antes de llegar y hasta irte. 
Ya sea el mar, la ciudad o la montaña, guarda en sus entrañas más que aspiración por ser conocidos, el deseo inexorable de permanecer en el tiempo y hechizar a quien por ahí danza. Aún sea con pasos de gitano...

1 comentario: