Lo oportuno de las palabras:

Que en mi País la gente sea feliz aunque no tenga permiso.

8/10/12

El reto de ser resiliente



Tal vez, nunca más leerán una entrada como esta. Lo cierto, es que con gran dolor en el alma, no puedo dejar escapar las letras que hoy me quiebran el corazón, pero al mismo tiempo, me llenan de fuerza y de ímpetu.

Un día como el 7 de Octubre, quizá a muchos de nosotros no nos importaba (a menos que fuese una ocasión especial o sucediera algo determinado que nos hiciera estar al expectativa). Ayer, fue uno de esos 7 en los que más que estar a la espera de un acontecimiento, entregábamos nuestro corazón a un sólo dedo índice que decidiría el futuro del País.
Mucho se habló, mucho se escribió. Pero nadie, habló de como calaría en nuestros corazones, la tristeza de perder lo que creímos podríamos rescatar y salvar.

Para nadie, es un secreto que Venezuela desde hace 14 años se encuentra hundida en la miseria, en la delincuencia, en la corrupción y en el peor de todos los sentimientos, el odio. 
No es fácil decir que ganó el conformismo, la mediocridad, el miedo, la conveniencia y todo lo que nombré anteriormente.
Ver marcar el paso de Venezuela como un buque que busca atracar en un puerto distinto para cargarse de fracaso y desilusión, no es precisamente lo que cada uno de nosotros (al menos 6.426.286 millones) esperaba.
Todo, apuntaba a un nuevo comienzo, a un VERDADERO CAMINO, que estaría lleno de progreso, cambios, seguridad y riqueza, pero sobre todo, de reconciliación. 
Alguien, supo agregar un color más a la bandera (esta vez no fue una estrella o el cambiar la dirección del caballo del gran Bolívar), si no el color de la esperanza; esa que latía en nuestros corazones y sin duda, hacía que hubiese "una voz en el pecho que quería gritar".
¡Sí, que quería gritar victoria, pero que quería gritar salvación!

Venezuela (sin que la frase parezca trillada) amanece hoy de luto. Cada uno de los que apostamos por el cambio, se rinde ante la tristeza de lo incierto.
Pareciese que el mar rojo que hoy la cubre y que ayer gritó victoria, es la sangre que lloraremos.
Más de uno en sus casas, no resistió el llorar y se hincó de rodillas a implorarle a DIOS que tuviese misericordia, de lo que hoy, a penas empieza.

Son 14 años que se extienden a 20 y parece el cuento de nunca acabar.

Esta mañana, desperté como si hubiese perdido a alguien muy especial. Y, ¿cómo no sentirlo? Venezuela, más que mi País es lo que me ha hecho lo que soy y me ha dado lo que tengo.
El agradecimiento, el compromiso y el AMOR de querer darle aunque fuese un poco de lo que merece, era algo que no podría comparar con nada.

Sé que hoy ya no la siento tan mía, sé que un día quizá partiré para verla desde lejos y como el luchador, que aunque sigiloso, siempre da la batalla, volveré para verla ganar. 

Probablemente, no soy el ejemplar más indicado detrás de todas estas palabras para hacer un llamado a la conciencia, para hacer un llamado de optimismo a cada uno de ustedes, que como yo, suspira y espera. 
Pero, sí de algo no me queda la menor duda, es que el camino, sigue estando ahí. Para contemplarlo, para seguir el sendero dentro de cada uno de nosotros y encontrar la luz de la que somos dignos. 
La lucha, aunque no se sienta, sigue en pié. Seguiremos sobreviviendo en esta "Jungla de Concreto", que no permite ensayos, que en sus paredes y en el suelo, guarda la riqueza más sublime de todas, las ganas de triunfar.

El Paraíso que anhelamos, no está perdido. No ha muerto, y si lo ha hecho, habrá un Lázaro más que querrá despertar.

Sólo quiero darle las gracias a todos aquellos que pusieron el corazón en este día, pero aún más, a aquel que sin paradas, sin titubeos y con el alma, recorrió nuestras fibras para hacernos grandes, para regalarnos sonrisas de esperanza y que nos dió la valentía para querer andar un camino cuando creímos que no lo había.
A ti, Henrique Capriles Radonski, !GRACIAS! ¡QUE DIOS TE BENDIGA POR SER EL HEROE DE ESTE PUEBLO Y LLEVAR LA UNICA PATRIA QUE EXISTE, EN EL CORAZON!

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