Empezó
con una tira de imágenes reflejadas en una gran pantalla gracias a un proyector
de cine que trae a mi los recuerdos más sublimes.
Quizás
no es preciso hacer énfasis en la inspiración si no en todas las palabras que
revolotean a mi al rededor, pero supongo que busco tiempo para dar en el
blanco.
Es
difícil saber por dónde empezar a contar esta historia.
Pero
no podría decir que no tengo palabras para semejante alma.
Creo
que mientras tanto, empezaremos hablando de un gran hombre.
Uno
admirable, con sin igual espíritu aventurero, leal a lo que sueña y persigue,
testarudo como sólo él podría serlo y así como repleto de grandes virtudes, de
muchos defectos.
Relatar
su vida sería como un cuento interminable de aventuras de Tom Sawyer.
Pues,
nunca he conocido alguien que por un hecho tan fortuíto hiciera de años
de su vida una mochila de aventuras y proezas.
De
relatarles cada mínima anécdota quedarían seguramente enamorados. Así quedé yo
con la primera historia que escuché.
Algún
día dije (y sigo insistiendo) en la idea de que merecen ser preservadas las
memorias que hacen tan excelsa y peculiar su existencia, escribiendo un libro.
Sé
que le parecería tonto si se lo propongo y probablemente la respuesta sea:
"No soy un protagonista de novelas".
Pues
su modestia es admirable y.. Esa acidez también.
Es
todo un personaje.
Quizás
esa acidez es la que da la firmeza de responder a los desalmados.
Quizás
su terquedad le hace aspirar más de lo que debe y más de lo que el resto dice
que puede hacer.
Quizás
a lo que algunos le parece "pragmático" es el sinónimo de lo jovial
luego de un camino lleno de tantas dificultades al ser víctima de la
rudeza de la vida.
Quizás
lo cruel no es más que el empujón que le dió a los suyos para no caer al primer
estruendo de la vida.
Lo
cierto es que, sin haber estado en el espacio y el tiempo ideal para que su
gran mente pusiese sus sueños a andar y ser más, no lo necesitó.
Sus
estímulos fueron más allá de lo que podía y entre rejas o trabajando para los
otros, aprendió la dura tarea que a unos les toca, mientras otros disfrutan de
un salto que los catapulta a la grandeza.
En
cada vaivén de un barco aprendió la fortuna de saber varias lenguas y que nada
es tan poderoso como la voz.
Entre
las olas del mar, la incertidumbre de no saber si hoy podría tener las fuerzas
para resistir y ver cual era el paraje de aquel apoteósico barco que más
que lamentos, cargaba miles de sueños.
Muchas
fueron las paradas, muchos fueron los acentos, mucho arte el vivido y sin ser
letrado, lo aprendido.
El
difiere de eso de que lo más grande se aprende en el colegio, dice que lo que
se aprende y que vale realmente la pena, se aprende viviendo en las calles de
la vida así sea en las ruinas.
No
era un bohemio, no era un mochilero.
Sólo
dejó que el mundo lo sorprendiera y como el viento, ir en todas direcciones,
tanto que lo que parecía una pelota fue una granada que a los 11 años le dejó
la desventura de tres dedos en su mano derecha. Los que no necesitó para contar
los grandes logros que construiría en el tiempo y lo que hoy, aún se mantiene
en pié.
Nunca
ha faltado el día en el que desee sentarme a su diestra y escuchar historias
hasta que el manto de la noche caiga.
Sólo
curiosamente me pregunto porqué ahora el deseo de estar más cerca cuando la
ironía y el propósito de lo que sueño me arrastra a lo que para él hubiese sido
un puerto distinto para que el barco atracara.
La
imperiosa necesidad de saber y conocer más, de continuar sintiéndome orgullosa
y de no regalarle segundos a la vida... De una que ya se hace corta y espera en
esa "fila" (como diría él) y no hace más que hacer la cola, ja!
Quiero
no imaginar el día, quiero no pensarlo ni siquiera sentir que la espera haya
terminado.
En
éstos días así como aprendo lo elemental que es hacer cumplir la Ley, muchos
desconocen que odio la más efectiva e imperdonable de todas: La de la Vida.
Sólo
sé que bastará en aquel momento, la ternura de la inocencia en tanta
experiencia, lo gracioso de su atraso en tiempos modernos, la aventura a través
de sus ojos, los acentos aprendidos, la lección más memorable entre recuerdos
de largos caminos, los inventos más ingeniosos hechos en acero y metal, las
cosechas más bonitas de mi infancia, los espacios aún olorosos a tierra húmeda
por la lluvia donde conservo cada risa, cada huella al correr de los animales
que podían atajarme en cualquier esquina, las calles de un Madrid que se ríen
con nosotros y los recuerdos de una foto que será indeleble en mis
pensamientos; los largos pasillos de unas viejas paredes que conservan las
memorias de mucho más que el tiempo, las máquinas que más que echaron a otros
andar, rectificaron grandes sueños; los saludos interminables de cientos de
personas, el olor a grasa y aceite que dentro de mi se esparce como la esencia
más pura y alucinante, las tazas de café en cada tarde que reúnen el momento
más ameno y cada una de estas palabras donde estas tú, seguramente no dejando
de pintar lo irreverente, ni de leer las páginas de la sabiduría como sólo tú
sabes hacerlo, querido Abuelo.
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