Sentada en mi balcón, con una panorámica fabulosa del día y, siendo
un poco exquisita, pongo un buen Jazz que ambiente cada pensamiento de mi
mente. Y de forma intermitente vienen una y otra vez a mi, tiras de
imágenes de momentos tristes, felices, decepcionantes, cómicos y memorables.
Y comprendí, que sólo en momentos la única salvación es encontrar aquel viejo escondite donde se oculta lo más puro y sublime de nuestra esencia. Que aquel dulce canto que llena de armonía nuestra alma, no siempre se encuentra con cualquier melodía a la vuelta de la esquina. Que sólo nuestro espíritu lleno de coraje y valentía, nos arropa con su fuerza y la mano de un ángel tan sublime como la pureza que lleva consigo, nos hace resplandecer y brillar entre las sombras; salir como héroes andantes entre la niebla y conquistar cada escalón de éste mundo, que se hace grande... inexorablemente.
En mi infancia, recuerdo que escuchaba de modo usual la frase de:
"Algo se aprende todos los días". Me parecía increíble y me
mostraba incrédula ante el magnífico hecho de que algo se pudiese aprender
día a día, aún así siendo pequeño o insignificante.
Supongo era muy pequeña para poder entenderlo. Naturalmente,
cuando somos niños llevamos en mente un mundo de ilusiones y fantasías
revoloteando al rededor.
Hoy en día, es increíble como cada... Micro segundo se convierte
en la oportunidad más perfecta para aprender del hecho más insignificante, la
lección más memorable.
Entre sonidos de un saxo en un suave y sublime Jazz, y luego
acordes torpes de una guitarra con la balada más delirante y sus letras,
auspiciaba el instante para perderme entre la grandeza de los días que me roban
sonrisas y escriben la felicidad con tinta indeleble.
Y comprendí, que sólo en momentos la única salvación es encontrar aquel viejo escondite donde se oculta lo más puro y sublime de nuestra esencia. Que aquel dulce canto que llena de armonía nuestra alma, no siempre se encuentra con cualquier melodía a la vuelta de la esquina. Que sólo nuestro espíritu lleno de coraje y valentía, nos arropa con su fuerza y la mano de un ángel tan sublime como la pureza que lleva consigo, nos hace resplandecer y brillar entre las sombras; salir como héroes andantes entre la niebla y conquistar cada escalón de éste mundo, que se hace grande... inexorablemente.
Mirar al portal que desvaneció hasta el último suspiro y ver como
el corazón se hace grande ante tantos latidos que llenan al alma y cada
sentido; con el amanecer más grande y lleno de risas, con el atardecer más
tierno y la noche más pura entre sueños que suben nuestro corazón hasta el
cielo, para volar como pequeñas golondrinas que detienen su vuelo en cada risa
llena de grandeza. Dando pasos gigantes y dejando huellas mágicas, como en
éstos días; como en éstos radiantes días, donde puedo guíar mis pasos para
poder encontrarme en ese leve suspiro que tú me das, no dejando escapar lo que
el tiempo ha puesto en la cúspide más perfecta y le ha escrito tu nombre.
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