Lo oportuno de las palabras:

Que en mi País la gente sea feliz aunque no tenga permiso.

12/8/14

Te pido perdón

22 de Marzo 6:14PM, me duelen las horas que pasan sin cambios, me atormentan las represiones, me torturan los caídos, me consuelo con los que no son indiferentes.

34 muertos desde el 12 de Febrero, innumerables heridos y detenidos.
No hay día en el que no me detenga a pensar cuál será el desenlace de todo esto. 

Debo decir, que suelo confundirme, suelo estar contrariada ante ciertas acciones; probablemente me cueste entender su propósito o quizás la ausencia de él, es lo que cause en mi un estado de incertidumbre como el que ahora tengo.

No soy dirigente estudiantil, no soy activista política, no recibo remuneraciones por defender a mi país. 
Hay una palabra más poderosa que me define, es la que aparece en mi cédula y me llena de profundo orgullo cada vez que la muestro en el mundo: “VENEZOLANA”. 
Ella me basta para tener la legitimidad de hoy expresarme en todo el esplendor, analizar las ventajas, desventajas o atreverme a sacar conclusiones de lo que nos depara cada día que pasa con un régimen como el que ahora padecemos.

¿Saben qué? Me siento en manos de mercenarios, estamos a la merced de dementes con armas a quienes se les olvidó que el pecho late porque aún están vivos, porque merecen ser humanos con nosotros.

Ya no hablamos de balas perdidas, hablamos de balas con propósito pero evidentemente ciegas.
 Matan, pero no saben a quién.

Ataques a traición a las comunidades que están decididas a no claudicar en la lucha; inocentes caídos asesinados por grupos armados, heridos por la brutalidad de las fuerzas públicas, estudiantes detenidos sometidos al sistema de  “injusticia” más nefasto de nuestra historia, figuras políticas elegidas legítimamente en un proceso electoral siendo víctimas de persecuciones políticas, el hampa protestando en las calles para que el hampa pueda hacer su “trabajo,” “¡Pare usted de contar la pesadilla que hoy vivimos!

Me rehúso a rendirme, a pensar que la lucha no dará sus frutos, a no creer que el sendero hacía la libertad lo hemos construido. Me rehúso a perderte, Venezuela.

Te he llorado, te he sufrido, te he visto herida, te he visto casi abatida hasta el punto de morir con tus libertades, moribunda, nauseabunda de tanta maldad, de tanta codicia, de tanta envidia.

El mundo entero te mira con ojos de piedad, Dios te mira con misericordia, cada venezolano te mira con el único fin de salvarte.

Te he soñado grande, bella, perfecta, paradisíaca.
Te he soñado de mil formas.
Te he odiado de cualquier manera que sea posible por despachar a tus hijos, por arrojarlos a otras fronteras, por quitarnos el espacio que tenemos en tu suelo.
Te he juzgado, por tu mediocridad, por tu inocencia, por tu nobleza, por dejar entrar  a quienes hoy te dan puñaladas “traperas” en tus 24 arterias.
 Te he respetado, por tu fortaleza, por tu determinación, por tu convicción ante las tempestades.  
Te he amado, incluso de a ratos, pero un encanto mágico tienes que sólo tú sabes cómo volver a atraparme.
Tú eres ese AMOR que nos convierte en masoquistas, en adictos a tu grandeza, a tus ganas de triunfar.

La reconciliación siempre existe en mi diccionario. Pues, cuando de ti se trata, el orgullo se me hace añicos.  
Yo no sé si vamos por el camino correcto, me cuesta dilucidarlo, pero sé que estamos en el banco de suplentes, con todo el talento, esperando nuestra gran oportunidad para anotar el home run de la historia, el home run de la libertad.

Te has clavado en mi pecho, te has tatuado en mi piel, me has convertido la sangre en tricolor.

Me sobran las palabras para describir este amor eterno que siento por ti. Me has desilusionado, me has decepcionado, pero me has enseñado a perdonarte y también TE AMO.
Hoy, quiero pedirte perdón. Por todo lo que he sido, por cómo te he juzgado, por haberte olvidado, por haberte abandonado. 
Todos cometemos errores, no me permitas cometer uno más. Si fallo ahora, te fallaré siempre.
Mi última oportunidad en la historia para amarrarte a mi corazón, para hacer resplandecer tu grandeza y verte renacer entre la tempestad, es AHORA

¡Déjame ayudarte, déjame curarte! Hoy te quiero amar sin restricciones, sin reservas, sin tapujos. Llegó la hora de demostrarte mi amor, Venezuela.

No temas al “qué dirán”, tú y yo sabemos nuestra verdad. 

Como dijo Roque Valero: "Nuestra historia, no es tan buena ni es tan mala, y aunque lo parezca, no es la equivocada. Sólo es una rara historia, que va, que regresa, que sueña y promete ser un poco diferente."

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